lunes, 16 de agosto de 2010

IV.·3.Un puente para el desarrollo de lazos cominitarios: viejas ideas para nueva acciones

Las bibliotecas populares nacen de las necesidades de una comunidad no sólo de poseer un acervo de información sino también de posibilitar las discusiones e intercambios en un lugar de reunión. En efecto, la legislación vigente desde 1986 explicita su carácter plural y activo con el fin de garantizar la recreación, la difusión y la producción cultural y el acceso a la información (Ley 23.351, art.2, 1986) como también el establecimiento de los lazos comunitarios a la usanza del siglo XIX en las bibliotecas obreras y públicas, como lo establecen las directrices de los organismos internacionales (UNESCO, 1994).
Estos “puertos locales” de reunión generan un cambio importante en el rol tradicional del profesional bibliotecario que no sólo implica el desarrollo en el área de las nuevas tecnologías sino también en la de servicios ofrecidos a los usuarios. Ya no sólo es un catalogador y clasificador como traza la representación social más tradicional, sino que es un gestor de conocimientos, habilidades y estrategias informacionales, comunicacionales y comunitarias. Su rol ha devenido mucho más activo y generador. Efectivamente, es un mediador cultural que permite, en el caso de los niños, el desarrollo de sus habilidades sociales dentro de la comunidad.
Estas ideas se desprenden de las observaciones y entrevistas realizadas en este trabajo de campo en la Biblioteca Popular Domingo Faustino Sarmiento de Valentín Alsina, Municipalidad de Lanús.
Gracias al encuentro en dicha institución, así como a las acciones del bibliotecario, los niños de seis a diez años desarrollan relaciones de amistad y camaradería, leyendo de a dos o en grupo, haciendo las tareas escolares, festejando los cumpleaños, encontrándose durante los talleres dictados por extensión cultural –deportes, maquillaje, inglés, narración de cuentos, canto, arte- y en los espectáculos –como “La Quijoteada”- y organizados en actividades –como “Libros a la plaza”, actividades de invierno- por la unidad de información.
Los profesionales bibliotecarios intervienen como andamios para que el desarrollo informacional y social de estos niños se efectúe: son los mediadores de la cultura comunitaria que explican, sugieren, responden las preguntas y les permiten crecer y socializarse. Son los encargados de posibilitar la zona de desarrollo próximo que facilita a los niños construirse como seres sociales de esta comunidad en la que habitan según sus particulares prácticas. De esta manera, interiorizan normas, comportamientos y valores que ven en los bibliotecarios como también en los otros niños y usuarios que concurren a la institución.
Al respecto, es interesante comparar el trabajo que realizan estos profesionales con lo que postula Jerome Bruner de los formatos a partir de los que los bebés aprenden a hablar y que siguen usando a lo largo de la vida. En la entrevista, la bibliotecaria plantea que las principales acciones que realiza con los niños son de explicación, sugerencia, señalamientos, respuestas a sus preguntas. Esto permite a estos usuarios ir interiorizándose en los modos de conocer y significar el mundo de este sector particular que es el universo de la biblioteca. A su vez, a través de estos formatos, el público infantil adquiere comportamientos, normas y valores de la comunidad (cultura en términos vigotskianos) a la que pertenece.
Tanto los niños como la bibliotecaria estuvieron de acuerdo a la hora de elegir los motivos por los cuales los primeros concurren a la biblioteca. Por una parte, el aspecto más tradicional que es la necesidad de realizar las tareas escolares, o sea, el uso de la biblioteca desde el aspecto informacional. Por otra, las actividades (recreativas, comunitarias, deportivas, artísticas) organizadas por dicha unidad de información que permiten establecer relaciones con los otros culturales (bibliotecarios, otros niños, otros usuarios) en las diferentes ofertas que promueve la biblioteca.
Podemos pensar que la biblioteca actúa como un agente socializador reconocido por las autoridades municipales, como un lugar para desarrollar valores y comportamientos sociales, esto es, una zona intermedia para el desenvolvimiento de los usuarios y la interiorización de ciertas modalidades, prácticas y valores de la comunidad.
En esta socialización secundaria, los niños encuentran en los bibliotecarios otro cultural (un ser diferente a ellos que pertenece a la misma cultura y ha practicado sus normas, comportamientos y valores y se los puede trasmitir) que les permite aprender nuevas maneras sociales de comportarse, respetar otras normativas y ampliar los valores aprendidos en la familia. El bibliotecario es casi una segunda mamá, una maestra, otro que ayuda a estos niños a desarrollar ciertas pautas sociales que van interiorizando y así lograr la pertenencia a ese universo de la cultura. Esto se debe probablemente al establecimiento de lazos afectivos y de camaradería y al compartir los espacios y actividades no sólo con los otros usuarios y familias sino también con la bibliotecaria que recrea ciertos formatos que se repiten en los diferentes aprendizajes durante la vida (explicación, petición, señalamiento).
Las estrategias y habilidades utilizadas por los profesionales bibliotecarios se encuentran vinculadas no sólo al universo informacional y de gestión de conocimientos sino también a la promoción social y comunitaria como cualquier otro cultural que tiene mayor conocimiento que los niños y puede abrir el juego al potencial de éstos, a partir del ejercicio y del sostenimiento de una zona de transición que les permita su desarrollo e interiorización. Cabe destacar que la formación de estos profesionales proviene de la actividad docente y permite la pregunta, la explicación, la aclaración, las peticiones. El rol del bibliotecario se redefine de tal modo que no es un erudito escondido que clasifica el conocimiento sino un puente entre los usuarios y el conocimiento social y cultural más amplio.
De este modo, las bibliotecas populares devienen agentes de socialización puesto que incorporan (interiorizan) en el individuo desde que es pequeño diferentes conductas, normas y formas de comportamiento que le permiten formar parte activa de la sociedad en que le ha tocado vivir. Son puertos de acceso al conocimiento científico, literario y artístico al mismo tiempo que cultural en el sentido más amplio de la palabra, incluyendo los modos y prácticas de una determinada comunidad.

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