martes, 17 de agosto de 2010

En efecto, las bibliotecas han constituido a lo largo de su existencia, un rol socializador por excelencia como el que cumplen las instituciones educativas, que muchas veces acompañan, tanto desde los discursos institucionales como desde las representaciones sociales populares. En esta línea, encontramos en el manifiesto ya citado las principales misiones :

Referentes a la información, la alfabetización, la educación y la cultura, habrán de ser la esencia de los servicios de la biblioteca pública: 1. Crear y consolidar los hábitos de lectura en los niños desde los primeros años. 2. Prestar apoyo a la educación, tanto individual como autodidacta, así como a la educación formal en todos los niveles. 3. Brindar posibilidades para el desarrollo personal creativo. 4. Estimular la imaginación y creatividad de niños y jóvenes. 5. Fomentar el conocimiento del patrimonio cultural, la valoración de las artes, de los logros e innovaciones científicos. 6. Facilitar el acceso a las expresiones culturales de todas las manifestaciones artísticas. 7. Fomentar el diálogo intercultural y favorecer la diversidad cultural. 8. Prestar apoyo a la tradición oral. 9. Garantizar a los ciudadanos el acceso a todo tipo de información de la comunidad. 10. Prestar servicios adecuados de información a empresas, asociaciones y agrupaciones de ámbito local. 11. Facilitar el progreso en el uso de la información y su manejo a través de medios informáticos. 12. Prestar apoyo y participar en programas y actividades de alfabetización para todos los grupos de edad y, de ser necesario, iniciarlos” (UNESCO: 1994).

Una y otra vez, el rol de la biblioteca se encuentra emparentado a la educación y a la formación ciudadana que, en esta tesis, la pensaremos en referencia a la socialización.
Asimismo, el rol social queda establecido por las directrices internacionales al explicitar que la biblioteca pública desempeña el papel de lugar de encuentro, de salón de la comunidad donde hallar información útil, desarrollar intereses recreativos y establecer contactos informales con otros miembros de la misma (Gill: 2001, 13).
Encontramos así uno de los ejes de este trabajo que es el fomento de la socialización por parte del personal bibliotecario.
Entendemos por socialización al proceso de adquisición, interiorización e integración en la personalidad del individuo, de los valores y las normas de comportamiento propios del grupo social o comunidad a la que pertenece, con el fin de posibilitar su adaptación a dicho contexto. Proceso que muchas veces es pensado como secundario pero que se torna fundamental para cualquier miembro del grupo puesto que al inculcar los elementos de esa cultura “las personas aprenden a participar efectivamente en las comunidades a las que pertenecen” (Light y Seller, 1996:107).

Como ya se ha mencionado al hablar de la historia de la CONABIP y las características de la biblioteca pública, uno de los objetivos principales, tanto de la teoría y práctica bibliotecológica, como de los planes nacionales, provinciales y municipales es la creación de ciudadanos alfabetizados por lo que, continuamente, se resalta como fundamental la formación de lectores ávidos y críticos desde la infancia.
En consecuencia, diferentes organismos públicos y privados unifican fuerzas para realizar distintas actividades que atraigan a los niños a las bibliotecas. De esta manera, ésta se piensa tanto como uno de los dispositivos de sostenimiento de la democracia como, a su vez, lugar de encuentro, aprendizaje, comunicación y socialización, apoyando tanto el ámbito familiar y comunitario, como al propio individuo en la construcción del conocimiento, de las diferentes estrategias y de los diversos lazos sociales.
Por consiguiente, los niños pueden encontrar allí integración, seguridad, autoestima y atención, especialmente si existen bibliotecarios para quienes los niños son visitantes importantísimos, usuarios a los que se trata con educación, atención y respeto. Al realizar diferentes actividades donde se comparten intereses comunes y se desarrollan vínculos de distinto tipo, los niños encuentran un ámbito de desarrollo que contribuye al sostén de la comunidad infantil participante. Las bibliotecas se constituyen como centros de socialización secundaria, como plantearían Berger y Luckmann (1968 [2001]), simbolizando determinados contenidos de ese mundo institucional que es la lectura.
Si solíamos pensar que:
La niñez era una época dorada, en la cual no cabían responsabilidades pesadas, en la que el afecto y la contención venían de los padres y permitían reunir un caudal afectivo y educativo que facilitaba enfrentarse con lo importante de la vida (Obiols, 1997: 261).

Hoy, después de la gran crisis de diciembre de 2001, existe una gran cantidad de adultos desocupados que se ven imposibilitados de brindar la ración diaria a sus hijos como lo estipula la UNICEF (2003) en su informe sobre Latinoamérica, donde señala la falta de un plan verdadero para la infancia.
En este contexto, las bibliotecas populares del conurbano bonaerense cumplen una misión social al tratar de compensar el quiebre de una sociedad que se olvida de su niñez. Consecuentemente, los escolares recurren en muchas ocasiones a estas instituciones para tomar la merienda. Lo curioso es que una gran parte permanece en ella buscando libros, revistas para sus actividades escolares o la charla del recreo.
Según la Dra. Silvia Di Segni:

La condición económica en la que vive el grupo familiar es de gran importancia. La familia está vinculada estrechamente con los fenómenos sociales que la rodean y a menudo sufren consecuencias de diversos tipos de crisis, entre ellas, las económicas; esto puede afectar seriamente la salud, como el caso de los niños que no logran obtener los nutrientes necesarios para un buen desarrollo (Di Segni Obiols, 2007:126).

De este modo, la relación que se construye entre los niños y el universo bibliotecario va más allá de las problemáticas de la práctica y la teoría bibliotecológicas.

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